Oscar Ugaz
Gestión
Blog ®Evolución digital
«Hace unos días fui invitado a dictar una conferencia sobre innovación digital y big data en el MBA del Instituto de Empresa en Madrid. El evento, detalle relevante, era organizado por uno de los diversos clubes que los propios estudiantes crean para discutir e investigar temas específicos.
»La concurrencia no podría haber sido más variada. Asistentes provenientes de China, India, Estados Unidos y de diversos países de la Unión Europea (muy pocos españoles), todos sumamente interesados y pendientes.
»Vamos con la primera pregunta de la conferencia: “¿No cree usted que el concepto de big data está sobrevalorado y que se trata de un término que simplemente se repite sin analizar?”.
»Es una cuestión importante y una buena oportunidad para desarrollar ideas alrededor de los múltiples fallos en la gestión de la innovación y los entornos digitales.
»Pero, un momento. ¿No es extraño que esta duda venga de un grupo de estudiantes que, justamente, están intentando aprender sobre ese tema y que han organizado esta reunión con tal fin? Para algunos quizás la consulta sonaría a crítica poco constructiva o a un interés por figurar poniendo en duda aquello que se intenta enseñar y a quienes supuestamente están allí para hacerlo.
»En muchas universidades y escuelas, el aula se revolvería incómoda y quizás trataría de silenciar con murmullos la pregunta aparentemente fuera de lugar. Y, sin embargo, en esta clase multicultural, donde incluso participan como potenciales empleadores un par de directivos de una compañía tecnológica, los alumnos alientan la inquietud e incluso repiten variaciones de la misma. La dinámica se replica en el café después de la conferencia y hasta se refleja en una entrevista posterior que es publicada por el instituto.
»La situación lleva a pensar en cómo una parte de la educación superior se ha reducido a simplemente transmitir técnicas y procedimientos, los mismos que se amparan bajo un diploma que, en un mercado sometido a continuas transformaciones, tiene poco valor en el corto y mediano plazo. Las técnicas cambian cada pocos meses e invertir varios años en obtener conocimientos operativos no garantiza un futuro profesional.
»No es de extrañar que este tipo de enfoque educativo suela encontrarse en entidades donde la investigación y la creación de nuevo conocimiento ceden ante una educación “práctica” que privilegia las herramientas y la infraestructura. Habitualmente son instituciones donde la cara visible no es un académico, sino un gerente cuyo discurso se enfoca en los metros cuadrados del campus, las nuevas sedes que aparecen por doquier o el número de tabletas que se reparten entre los alumnos.
»En el caso de los alumnos que estudian las posibilidades del big data, se trata de entender que las últimas técnicas de captura y visualización de datos no son un fin en sí mismo, y que los problemas empresariales o sociales no se resuelven simplemente arrojando datos sobre ellos. El verdadero valor está en comprender el problema y saber plantear las interrogantes correctas teniendo en cuenta, entre otras muchas cosas, las posibilidades técnicas.
»Efectivamente, el big data y otros conceptos son muchas veces sobrevalorados y requieren de un conocimiento sobre sus posibilidades, pero también sobre sus limitaciones. Solo una visión intelectualmente honesta permite este doble juego.
»Esta visión no es posible cuando se educa únicamente sobre herramientas o conceptos funcionales que tienden a ser rápidamente obsoletos. Se logra haciendo algo más difícil: creando mentes que hagan preguntas críticas de una forma coherente, aguda y con miras a resolver situaciones complejas.
»En un mundo donde en muchas instituciones educativas este tipo de enfoque es muy escaso, actitudes proactivas como las del grupo de estudiantes en Madrid deja un poco de esperanza. Mientras muchos educadores miran con temor cómo la tecnología y el intercambio digital de conocimiento pueden volverlos irrelevantes, en aquellas instituciones donde se generan espacios para pensar y desarrollar pensamiento crítico hay menos de qué preocuparse.
»Pregúntese si el lugar donde está estudiando, o donde estudian las nuevas generaciones a su cargo, incentiva ese enfoque. Corre el riesgo de formar, o ser usted mismo, un individuo terriblemente irrelevante.»
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