junio 09, 2016

«La retórica de los autores anti-metafísicos»



Fernando Leal Carretero y Víctor Manuel Favila Vega
«La retórica de los autores anti-metafísicos»

Revista iberoamericana de argumentación, n.º 11, 2015

Revista iberoamericana de argumentación | Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED | Facultad de Filosofía | Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia | Madrid | ESPAÑA


Extracto del apartado «Conclusión», en páginas 27-30 del artículo en PDF




«Para cerrar este trabajo debemos volver sobre la cuestión del público al que se dirigen los autores anti-metafísicos del Círculo de Viena. Habíamos argumentado, en la sección 4, que ese público está constituido por el pequeño subconjunto de los científicos (formales, naturales y sociales) que tienen interés en la filosofía, pero están insatisfecho con los libros que escriben la mayoría de los filósofos; pero luego habíamos visto, en la sección 5, que una parte de los miembros del Círculo de Viena (en primer lugar, Otto Neurath) tenía, como parte de su proyecto pedagógico-social, la idea de un segundo público, formado por la clase trabajadora, que es una parte considerable de los ciudadanos que son en principio, aunque por diversas razones, ajenos tanto a la filosofía como a la ciencia. Hemos mostrado que en el panfleto que, para honrar a su líder, Moritz Schlick, escribieron miembros del Círculo de Viena, hay pistas de ese segundo público. Lo que nos falta decir es que la tensión retórica que surge de la existencia de estos dos públicos es algo de lo que al menos algunos de los involucrados eran conscientes. Aquí mencionaré los casos de Wittgenstein, Carnap y el propio Schlick, cada uno de los cuales tiene una posición y, por tanto, una perspectiva diferentes respecto tanto del Círculo de Viena cuanto del panfleto como tal.

»En primer lugar, tomemos el caso de Wittgenstein. Su posición era la de un modelo: su Tractatus había sido leído con fervor y oración por oración en el círculo formado en torno a Moritz Schlick (el Schlick-Kreis, ese que precisamente, tras el panfleto, se habría de convertir en el Wiener Kreis). Por ese lugar tan especial que tenía Wittgenstein para Schlick y sus más cercanos colaboradores (no para Neurath, que se quejaba de los excesos de la “Wittgensteinería”) era claro que el Tractatusdebía ocupar un lugar igualmente especial en el panfleto. Este consistía de dos partes de aproximadamente igual tamaño: primero venía el texto en el que se anunciaba el Círculo de Viena y se describían sus actitudes y campos de trabajo en cuatro secciones (las secciones I-IV, seguidas de breves indicaciones bibliográficas); y después venía una bibliografía extensa, detallada y comentada, dividida en tres grandes partes:

»1. Los artículos y libros de los miembros propiamente dichos del Círculo de Viena, a saber, por orden alfabético, Gustav Bergmann, Rudolf Carnap, Herbert Feigl, Philipp Frank, Kurt Gödel, Hans Hahn, Victor Kraft, Karl Menger, Marcel Natkin, Otto Neurath, Olga Hahn-Neurath, Theodor Radaković, Moritz Schlick y Friedrich Waismann.

»2. Los textos de autores fuera de Viena que se consideraban cercanos, a saber: Walter Dubislav, Josef Frank, Kurt Grelling, Hasso Härlen, Eino Kaila, Heinrich Loewy, Frank P. Ramsey, Hans Reichenbach, Kurt Reidemeister y Edgar Zilsel.

»3. Los textos de autores de los representantes principales de “la concepción científica del mundo”, a saber, Albert Einstein, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein.


»Esta segunda parte es esencial, ya que en ella no solamente se detallan las obras del movimiento, sino que en algunos casos se presentan resúmenes de sus contenidos. Tal es el caso del Tractatus. La tarea ímproba de resumir esta obra recayó sobre Friedrich Waismann, quien además tenía la comisión de escribir el primer volumen de la colección Schriften zur wissenschaftlichen Weltauffassung, concebida por Schlick en 1923 y contratada con la editorial Springer en 1925. Como las ideas del Tractatus eran consideradas el punto de partida de esa concepción, el primer volumen iba a ser una presentación de esas ideas en un estilo más comprensible que el de Wittgenstein. La obra de Waismann, sin embargo, jamás apareció en esa serie, que se quedó así sin su primero y en cierto sentido más importante volumen. [NOTA 18]

»Pues bien: he aquí que Waismann quería asegurarse de que su resumen fuera aprobado por Wittgenstein, y le pidió si lo podría leer y revisar en una carta donde le describió el panfleto del que sería parte. La reacción de este fue tan característica como fulminante: concediendo que la idea de honrar a Schlick y agradecerle su decisión desinteresada de quedarse en Viena con un salario menor al que le ofrecían en Bonn (véase sección 1 de este trabajo) era como tal loable, hizo ver que el panfleto era un acto comercial propio de merolicos y prostitutas, y que Schlick no se merecía algo así. Pero lo más importante para nuestro propósito es que, en una frase que recuerda uno de los filosofemas centrales del Tractatus, Wittgenstein le dice a Waismann que un panfleto así es necesariamente grandilocuente y presuntuoso, y que los méritos de la nueva filosofía no deberían decirse sino mostrarse, a saber, mediante especímenes del tipo de análisis del lenguaje que el Círculo defendía. Una Festschrift, pues, es decir una antología de ensayos analíticos escritos por los diferentes miembros de, o asociados a, el Círculo de Viena, y acompañados de un prefacio que describiera los méritos de Schlick, es lo que se necesitaba y no un panfleto. Huelga decir que Wittgenstein declaró no querer tener nada que ver con el resumen y amonestó a Waismann en el sentido de que se abstuviera de hacer alguna cosa «indecente», por la que luego tendría que andar pidiendo disculpas (Mulder, 1968, pp. 389-390). Es interesante especular sobre la opinión que a Wittgenstein le hubiera merecido el texto de Reichenbach, pero el año de la publicación de The Rise of Scientific Philosophy coincide con el de la muerte de aquel. Aunque nunca sabremos por ello cuál hubiera sido su reacción, al menos podemos decir que no le hubiese podido reprochar el no mostrar el sentido de la nueva filosofía mediante ejemplos concretos de análisis.

»Los excesos grandilocuentes del panfleto probablemente provenían de Neurath, de quien Philipp Frank diría muchos años después que fue el que más contribuyó a la redacción (Mulder, 1968, p. 389). Carnap, el segundo caso que nos ocupa, parece haber, con todo, tachado muchas oraciones que trataban de los temas favoritos de Neurath (Friedl & Rutte, 2008, p. 293, n. 1), probablemente asociados a los intereses políticos de este, y a la muy diferente idea del verdadero público de la nueva filosofía que tenía. En cuanto al tercer caso, el del propio Schlick, es interesante que él, justo a partir del panfleto sobre “la concepción científica del mundo”, deja de utilizar esta expresión (wissenschaftliche Weltauffassung) en sus propios escritos. Aunque aprecia el gesto que constituye el panfleto, le escribe en confianza a un amigo que la orientación de ese texto es algo sesgada, y sobre todo que “no puede declararse de acuerdo ni con su estilo de anuncio comercial ni con algunas formulaciones que se antojan algo dogmáticas” (ibid.), una apreciación que se repite en cartas a Wittgenstein y Millikan.

»Comprobamos con todo ello que las cuestiones retóricas del público, el estilo y el ἦθος (carácter, personalidad, temperamento, mentalidad, imagen, o como queramos traducir esta idea aristotélica) no pueden separarse. El filósofo en tanto que orador, cuando elige a su público, debe decantarse por un estilo, y ese estilo debe reflejar el ἦθος que quiere proyectar para persuadir a ese público en las circunstancias específicas de la alocución o la publicación de su escrito.

»Concluimos reiterando que el único propósito de este trabajo es indicar el tipo de análisis de texto filosófico que nos permite la retórica clásica, incluso cuando se trata de autores que, de buenas a primeras, como los anti-metafísicos en general y los asociados al Círculo de Viena en particular, no corresponden a la idea chata y equivocada que en muchos medios se sigue teniendo de esta disciplina. En cambio, no estamos tomando partido, ni en pro ni en contra, acerca de las ideas de este movimiento intelectual que, a pesar de sus enemigos, ha tenido una indudable importancia en el desarrollo de la filosofía de los últimos cien años.



»[NOTA 18] Los volúmenes que sí se publicaron, desde 1928 hasta la supresión de la colección por el gobierno nazi en 1938, fueron: el tratado sobre Probabilidad, estadística y verdad del matemático Richard von Mises (1928, segunda edición 1936), el Compendio de logística de Rudolf Carnap (1929), las Cuestiones de ética de Moritz Schlick (1930), Sociología empírica de Otto Neurath (1931), la monografía, que le hizo una gran impresión a Einstein, sobre La ley causal y sus límites del físico Philipp Frank (1932), el ensayo Acerca de la biología de la ética del psiquiatra Otto Kant (1932), Sintaxis lógica del lenguaje de Carnap (1934), Lógica de la investigación de Karl Popper (1935), los Prolegómenos para una gramática crítica de Josef Schächter (1936) y los Fundamentos de una teoría científica de los valores de Victor Kraft (1937). El libro de Waismann por su parte fue objeto de múltiples revisiones y finalmente redactado en inglés y publicado póstumamente por Rom Harré con el título The Principles of Linguistic Philosophy (1965).



»REFERENCIAS [en el texto precedente]

»Friedl, J. & Rutte, H., eds. (2008). Moritz Schlick Gesamtausgabe, vol. I-6 (Die Wiener Zeit: Aufsätze, Beiträge, Rezensionen 1926-1936). Viena: Springer Verlag.

»Mulder, H.L. (1968). “Wissenschaftliche Weltauffassung—Der Wiener Kreis”. Journal of the History of Philosophy 6/4, 386-390.»






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