Marcel Taló Martí
«Más que una imprenta: el taller tipográfico La Academia (1878-1892) y la cultura republicana»
Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.º 28, 2016; número temático: «El republicanismo histórico español»
Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea | UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) | Facultad de Geografía e Historia | Departamento de Historia Contemporánea | Madrid | ESPAÑA
Extracto del apartado en páginas 122 a 124 de la publicación en PDF. Las notas figuran al final del presente texto.
«El taller tipográfico La Academia
»En enero de 1877 se publicaba en Madrid un periódico llamado La Academia. Era propiedad de un comerciante de pieles catalán, Pere Comas y Figueras, y por aquel entonces lo dirigían los académicos Francisco M. Jubino y Juan de Dios de la Rada y Delgado. El periódico contenía algunos grabados e información diversa de distintos puntos de Europa, puesto que tenía corresponsalías en Portugal, Inglaterra, Francia o Alemania. Con el tiempo, La Academia fue centrando su atención en los “asuntos catalanes” publicando a menudo retratos de los grandes prohombres de Cataluña y grabados sobre las principales ciudades catalanas [NOTA 11].
»En 1879 La Academia se trasladó a Barcelona. Unos meses antes, Pere Comas, el propietario, había emparentado con Evarist Ullastres, un republicano federal de segunda fila miembro del Centro Federalista y de la Comisión Permanente del Consejo Regional del Partido Federal en Cataluña. Entre ambos habían decidido invertir el dinero de la dote en crear una imprenta y empezar a editar La Academiaen Barcelona. A los pocos meses, y sin saber exactamente por qué, Comas decidió cerrar el periódico, mientras Ullastres continuó al frente de la imprenta, que en poco tiempo ya se había convertido en una editorial. Fue entonces cuando un joven comerciante, Carles Sampons y Carbó, decidió comprar los mejores grabados sin publicar de La Academia y lanzó un proyecto editorial propio, La Il•lustració Catalana, de signo catalanista. Durante algún tiempo, y sólo en algunas publicaciones (es el caso de L’Escut de Catalunya), aparecieron Sampons y Ullastres como responsables de La Academia.
»Según un informe de la Sociedad Tipográfica de Barcelona, en 1880 había en el llano barcelonés un total de 43 imprentas que daban trabajo a 821 obreros [NOTA 12]. Una de ellas destacaba por encima de las demás: Sucesores de Ramírez y Cía. [NOTA 13], pues contaba con más de 183 trabajadores (1 de cada 5), 27 máquinas y 13 prensas.
»Por su parte, La Academia era una imprenta de tamaño mediano: 33 trabajadores (sumando oficiales y aprendices), 2 máquinas y una sola prensa [NOTA 14]. Es importante subrayar la notable presencia de oficiales cajistas. De hecho, si sólo se comparan el número de oficiales cajistas con el de las demás imprentas, La Academia pasa a ser la segunda imprenta más importante de llano barcelonés. En cambio, al hacer la comparación con el total de trabajadores, cae a una discreta sexta posición.
»El informe de la Tipográfica también recoge este dato: si la proporción debería ser de un aprendiz por cada diez oficiales, en realidad es de un aprendiz para cada dos oficiales. Más adelante volveremos a ello. Por el momento, sólo constatar que La Academia resulta una de las imprentas donde la proporción oficiales-aprendices es más favorable a los primeros, lo que permite intuir que 1) no se trata de un negocio al uso, en el que se busca reducir los costes del trabajo vía mano de obra no especializada y que 2) los trabajadores disfrutaban de cierta estabilidad y un ambiente de trabajo relajado.
»La imprenta funcionó desde 1878 hasta mayo de 1892, cuando tuvo que cerrar por cuestiones económicas [NOTA 15]. Sin duda, la muerte de Ullastres en setiembre de 1886 y la de Farga Pellicer, quien fue su director, en agosto de 1890 supusieron un duro golpe y pusieron en entredicho la viabilidad del proyecto. La Asociación, órgano de prensa de los tipógrafos, lamentaba el “repentino fallecimiento” del propietario con estas palabras: “Ullastres contribuyó cuanto le fué posible al enaltecimiento del Arte, honrando á sus artistas [...] Mejor elogio que este no podemos hacer de él: siempre accedió á los deseos de los trabajadores: el primero en firmar nuestras tarifas; el que mejor las ha cumplido; el que ha recompensado más justamente á sus operarios, complaciéndose, como leal amigo, en servirles cuantas veces se ha acudido á su generosidad para remediar aflictivas situaciones. De sus máquinas han salido obras revolucionarias y, en general, materiales para el progreso humano, que han dado renombre á su casa entre los hombres de ideas avanzadas” [NOTA 16]. Por otro lado, en la nota de El Productor sobre la muerte de Farga Pellicer no se le recordaba como el más reputado director que había tenido La Academia, sino simplemente como tipógrafo, “su arte predilecto”, y añadía: “Rafael Farga Pellicer, en suma, ha sido una preciosa existencia llena de abnegación por la causa del proletariado, un hombre de honor inquebrantable, un revolucionario insigne, predilecto amigo de Bakunin y de los más notables hombres del anarquismo, un gran corazón y carácter, en fin, que hemos perdido, contando la edad de cuarenta y seis años” [NOTA 17].
»Al margen de su dimensión política, La Academia había introducido nuevas técnicas y nueva maquinaria en el arte tipográfico. Por eso, no es de extrañar que La Tramontana, periódico dirigido por Llanas y Pujals, publicara esta sentida nota al enterarse del cierre de la imprenta: “Lo famós establiment tipógrafich La Academia ha desaparescut del món dels vius [...] No es estrany donchs que quan dimars a la nit se tingué que dir á tots los treballadors que la casa plegara forsadament, las llágrimas nos vinguessen als ulls junt ab las de la xeixantena d’obrers que quedaven sense feyna de un modo tan impensat y per causes tan tristas, y al agafar la ploma pera donar forma á aquest número, lo primer que’ns ha acudit es dedicar un recort a aquell establiment en lo qual se sapigué posar á tanta altura l’art tipográfich com se consagrá sempre ‘l més gran respecte á la dignitat de l’obrer” [NOTA 18].
»Gran parte del fondo editorial de La Academia acabó en manos de Manuel Soler, quien tenía una de las sedes de su empresa en los bajos de lo que actualmente es la Biblioteca Pública Rossend Arús. Por otro lado, Jaume Torrents Ros, tipógrafo que había trabajado en La Academia, abrió una imprenta desde donde se imprimió el periódico anarcocomunista El Ariete Anarquista (1896), aunque sin demasiado éxito. Otro tipógrafo de La Academia, Cayetano Oller, impulsó la creación de Ciencia Social (1895), revista no estrictamente anarquista y muy intelectualizada, pero que “puede considerarse con toda legitimidad digna heredera de Acracia” [NOTA 19]. Por último, los hermanos Serra y Joan Russell, aprendices en la imprenta de Ullastres, emprendieron su propio camino con una casa de artes gráficas llamada La Académica, con la voluntad de mantener el espíritu de la imprenta donde habían aprendido el oficio.
[NOTAS]
»[NOTA 11]. Arxiu Históric de la Ciutat de Barcelona (AHCB), “La Veu de Cataluña”, 17 de febrero de 1927, pág. 5. Entrevista a Eudald Canibell.
»[NOTA 12]. AHCB, “Boletín de la Sociedad Tipográfica de Barcelona”, 9 de enero de 1881, pág. 7.
»[NOTA 13]. Llanas, M.: L’Edició a Catalunya. El segle XIX. Barcelona, Gremi d’editors de Catalunya, 2004, pp. 234-238. Narcís Ramírez empezó como cajista de imprenta hasta que en 1846 le tocó la lotería y decidió montar su propio negocio. Hacia 1862, su empresa permitió la entrada de nuevos socios, algunos de ellos vinculados al banquero Manuel Girona, de modo que Narciso Ramírez y Cía. amplió su capital y su capacidad de producción y difusión. Ramírez fue militante del Partido Progresista.
»[NOTA 14]. Los 33 trabajadores se repartían del siguiente modo: oficiales cajistas, 19; aprendices cajistas, 4; conductores maquinistas, 2; marcadores maquinistas, 3; aprendices maquinistas, 5.
»[NOTA 15]. Sin que hayamos podido establecer las causas exactas, en Llanas, M.: Op. Cit. habla del cierre de otra empresa de artes tipográficas y apunta que podría haber sido el golpe definitivo.
»[NOTA 16]. AHCB, “La Asociación”, 30 de Septiembre de 1886, pág. 1.
»[NOTA 17]. AHCB, “El Productor”, 21 de Agosto de 1890, pág. 1.
»[NOTA 18]. AHCB, “La Tramontana”, 20 de Mayo de 1892, pág. 2.
»[NOTA 19]. Madrid, F. y Venza, C.: Antología documental del anarquismo español. Madrid, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2001, pág. 77.»
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