Marco Urdapilleta Muñoz
«La etnografía retórica en las relaciones de viaje a Indias hasta la primera mitad del siglo XVI»
Álvaro Baraibar Etxeberria y Martina Vinatea Recoba (eds.), Viajes y ciudades míticas, Pamplona, GRISO (Grupo de Investigación Siglo de Oro Universidad de Navarra), 2015, col. BIADIG (Biblioteca áurea digital del GRISO), n.º 31.
Extracto del apartado en páginas 182 a 184 del artículo en PDF. Véanse notas en esta publicación original enlazada.
«Modelo para la representación
»Como se ha venido señalando, para la representación de la alteridad mediante la escritura jugó un papel relevante la retórica en tanto que está constituida como un dispositivo que regula lo que debe o no decirse así como su cauce verbal. Sin embargo, no existe ningún recurso discursivo dirigido expresamente a la aprehensión de la alteridad, aunque algunos pudieron ser orientados para este propósito. Veamos los más relevantes para entender la descripción etnográfica que tiene lugar en el tipo de relaciones que se estudiamos.
»Dado que el propósito persuasivo de la retórica apelaba a las creencias vigentes de la sociedad (lo verosímil, el sentido u opinión común) la representación plausible del Otro se trazaba a partir de un proceso de identificación basado en la comparación con los modelos predeterminados de alteridad; se trata de una forma de asimilación comparativa del
»Otro en la que el referente taxonómico de los estereotipos permite la traducción cultural al hacer visible a las culturas indígenas. Por ejemplo, en el caso de Cortés, el teocalli resulta una mezquita, el huey tlatoani, un emperador. También, para alcanzar esta comparación, los viajeros se valían de un archivo de temas fundamentales relativos a la alteridad, dispersos en una tradición escrita de los relatos de viaje y que también puede transmitirse oralmente. Al estar sólidamente constituidos funcionan realmente como loci apropiados para la inventio de los autores.
»De esta forma los rasgos decisivos que tipifican tradicionalmente a los salvajes (no así la pilosidad) son aplicados a ciertos pueblos indígenas para identificarlos: la desnudez, la carencia de ciudades y de una institución matrimonial como la católica, la lubricidad, las diversas técnicas poco sofisticadas, etc. Lo mismo sucede con las amazonas griegas y las del Amazonas de Carbajal, cuyo atractivo principal reside en la promesa de riqueza.
»Otro recurso relevante es la figura de la descriptio, centrada en la noción de evidentia y en ocasiones, cuando el asunto lo ameritaba, se recurría a la amplificatio, que establece el desarrollo de los enunciados descriptivos a partir de componentes evaluativos contenidos en la práctica de la alabanza o el vituperio. Describir, según lo deja ver la noción de evitentia no consistía, en un simple registro de atributos de una objeto. La frase “poner ante los ojos” incluía un despliegue evaluativo que canalizaba los recursos afectivos y los viajeros recurren a esta figura cuando conducen el efecto de sorpresa o asombro ante lo novedoso y la “grandeza”.
»Los ejemplos de las representaciones de las amazonas de Carvajal o el de Tenochtitlán y Moctezuma de Hernán Cortés son los más notables. En el caso de la ciudad se sigue el cauce proporcionado por la descriptio urbis de carácter laudatorio y en el del gobernante algunos de los loci de la descriptio personae, particularmente los que muestran a un soberano. Sin embargo, también se atienden las descripciones de costumbres guerreras, preparación de alimentos y los objetos culturales que muestran un grado alto de sofisticación o una hechura muy diversa a la acostumbrada.
»Pero en este punto hay que tener suficiente precaución pues la retórica “artificial” muy codificada no domina por completo el relato de los viajeros; coexiste con la que Lausberg denomina “retórica en sentido amplio”, que es la que ejerce “toda persona que participa activamente en la vida social”.
»A manera de conclusión resaltamos que si uno de los propósitos de la etnografía contemporánea es captar la singularidad de un pueblo y explicarla, y al mismo tiempo situar sus representaciones como efectivas traducciones culturales, la etnografía de las relaciones queda en un umbral inferior. Es claro que no pretendió describir pormenorizadamente las culturas indígenas, ni explicar sus conductas o exponer una interpretación global de su arquitectura mental. En todo caso proporcionó una representación que nominaba al tiempo que ubicaba al indígena en un espacio geográfico y tasaba su “policía” de acuerdo a un paradigma y una taxonomía fijada a la manera de los loci retóricos. Es así que bastaban unos cuantos elementos para permitir al lector visualizar al indígena, como lo pide la descriptio retórica.
»La descripción se desarrollaba principalmente cuando trataba las novedades y maravillas, pero con las características propias de la amplificación retórica; hubo también atención a ciertos aspectos pragmáticos que se significan como ventajas o desventajas militares, políticas, económicas para los españoles. Este género de representaciones se caracterizó, además, por mantener una distancia que impedía comprender las significaciones que el indígena otorga a sus prácticas y estructuras culturales, por la falta de concreción que obstaculizaba la densidad de la descripción y por la carencia de un sentido de totalidad. Hay, entonces, elementos suficientes para sustentar la nominación de etnografía retórica a esta forma de representar la alteridad.»
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