David Cortez y Gabriel Orozco
«Gubernamentalidad, biopolítica y dispositivos en relaciones internacionales»
Eidos, n.º 26, enero-junio de 2017
Eidos | Universidad del Norte | Departamento de Humanidades y Filosofía | Barranquilla | COLOMBIA
Extracto de páginas 211-212, 228-229 y 233-234 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.
«En este artículo buscamos interpretar fenómenos de relaciones internacionales desde los conceptos de gubernamentalidad, biopolítica y dispositivos planteadas por Foucault, de tal modo que nos permita pensar distintos aspectos que hoy pueden ser comprendidos desde tales conceptos.
»Hay autores que han hecho duras críticas al aporte o extensión de la reflexión foucaultiana a disciplinas como las relaciones internacionales, pues cuestionan la “utilidad” de los conceptos de Foucault para estas, ya que supuestamente este no reconoce “sus problemas y propiedades distintivas”. Algunos autores establecen que lo referente a lo “tradicional” en teoría de las relaciones internacionales (la guerra, las relaciones interestatales, la política exterior, la diplomacia, la seguridad) está muy lejos de los intereses de Foucault (Rosenow, 2009, p. 500). También es cierto que esos autores no reconocen que la obra de Foucault fue todo un reto concerniente a lo “tradicional” y los supuestos de diversas disciplinas (filosofía, psicología, medicina, etc.).
»Con el fin de resaltar las tesis de Foucault que impedirían el emprendimiento de una fundamentación de relaciones internacionales desde la perspectiva del autor, siguiendo a Vasilache (2011, p. 7), presentamos algunos de sus planteamientos. En general, se puede afirmar que, ciertamente, Foucault se aleja de concepciones de poder y dominio de corte jurídico-institucional. Al modelo de un sujeto o institución, generador y portador de poder, Foucault opone, más bien, un modelo descentrado que se ocupa de prácticas localizadas en el marco de un complejo haz de relaciones. El poder, por lo tanto, se ejercería en cuanto circula y funciona en “cadena” (Foucault, 1998, p. 39).
»En este sentido, a diferencia de la perspectiva de poder que implica conceptos abarcantes como, por ejemplo, Estado, soberanía y legalidad, Foucault, más bien, pone en ejercicio una analítica centrada en las técnicas del poder que focalizan dinámicas micros, así como, por lo tanto, la consideración de su carácter heterogéneo y variable como realidades históricas. De aquí que la principal crítica de Foucault a las teorías políticas centradas en el Estado o en una concepción de soberanía consiste en considerar a estos como consecuencia y no como punto de partida del problema del poder (Vasilache, 2011, p. 8).
»[...]
»La globalización como proyecto y consolidación de la mundialización del capitalismo requiere de una serie de dispositivos que sirvan como forma de aseguramiento de aquellos factores que se definen como intrínsecos al sistema económico de libre mercado, pues si consentimos que la globalización representa una extensión de esas pautas de conducta, tendríamos que admitir la necesidad de políticas de seguridad que las garanticen.
»Esto nos lleva a pensar que la globalización y la mundialización de la economía capitalista son posibles gracias al mantenimiento de una serie de políticas económicas que las consolidan como las únicas vías posibles de relación social.
»Con este análisis llevado al ámbito de los Estados fracasados en la globalización se constata lo que Foucault decía sobre los procesos de gubernamentalidad, los cuales operan como fuerzas centrípetas, dirigidas hacia adentro y con una fuerza de gravedad que gira dentro de los límites fronterizos de los Estados fallidos; en esto también opera como catalizador de esa fuerza un elemento exógeno que promueve las políticas y condiciona hacia ella a través de elementos de coerción sutiles pero eficaces: préstamos, condonaciones de deuda, ayuda técnica en ámbitos claves para el despegue económico, etc.
»Los organismos internacionales como la OMC, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional comenzaron así a aplicar dispositivos de seguridad estrictos para el pleno cumplimiento de los estándares del Consenso de Washington.
»Y en tal sentido, se erigieron en los gendarmes de unos códigos de conducta que si bien no todos estaban preparados para asumir, era necesario, imperativo reglamentarlos para su práctica, y quienes más se veían como afectados, debilitados o amenazados por las crisis económicas o por pobreza, escasez y hambruna, más debían acatar esas pautas para no solo recibir atención, sino ayuda internacional, asesoramiento y quizás reconocimiento internacional. (Lechini, 2008; Held, 2005).
»La intención del análisis busca develar que la ayuda internacional al desarrollo por fortalecer los Estados y atacar de raíz las amenazas que los llevan por el despeñadero tiene una pretensión en su discurso y que los paquetes de ayuda y las medidas que tienen que tomar los Estados receptores de las mismas los están conduciendo hacia una mayor presión o propensión al fracaso. (Orozco, 2010, p. 106).
»En realidad, lo que parece subyacer en estas preocupaciones internacionales es un discurso por orientar la acción, por gobernar los cuerpos, por ejercer una acción biopolítica sobre quienes habitan los Estados fallidos.
»Con esto lo que se constata es que el Consenso de Washington respondió a la necesidad con la que quedaron los países occidentales no solo de homogeneizar y compactar de una manera eficaz sus sistemas sociales, sino además de incorporar para sí las nuevas economías y convertir el sueño liberal de unos patrones de conducta universales en una realidad tangible y controlable. (Peñas, 2003).
»Se suponía que al final los más débiles, rezagados, e inclusive los más extraños y alejados del sistema, se incluirían con estas políticas. Sin duda alguna, lo develado anteriormente tiene unas raíces profundas en una racionalidad gubernamental y se constituye en práctica que impulsa y da cuerpo a los preceptos del Consenso de Washington, las comunidades epistémicas que lo difunden y las organizaciones intergubernamentales que lo imponen.
»[…]
»Gran parte del eje del pensamiento foucaultiano consiste en develar cómo funciona una gubernamentalidad liberal. Llevado al campo de la globalización y del estudio de los Estados fallidos se podría analizar como una expresión contemporánea del gobierno liberal la tendencia generalizada de la expansión de la democracia que ha sido ampliamente difundida por la tesis de la paz democrática, la cual considera a la democracia como sistema adecuado para la gestión de los asuntos públicos y la consolidación de sociedades que resuelven sus diferencias a través de pactos consensuados por los ciudadanos, lo cual llevará a la expansión del libre comercio y la estabilización de las relaciones internacionales.
»Según Huntington (1994) estamos en la tercera ola democratizadora basada en los principios del gobierno liberal y que desde principios de los años 90 hasta nuestros días, se ha expandido por la cartografía internacional como una forma de ejercicio del poder contra regímenes autocráticos o autoritarios y que se ven como una amenaza porque no han asumido esos patrones globales de comportamiento.
»A partir de lo anterior, las políticas exteriores de algunos Estados desarrollados han promovido la extensión de la democracia y la implantación de la misma en aquellos regímenes de carácter autoritario como fórmula de estabilidad y erradicación de las amenazas que ponen en riesgo la seguridad internacional.
»El discurso político ha ido en la línea de la siguiente argumentación: la democracia, al promover valores fundamentales de los individuos, así como mecanismos de consenso interno y de resolución pacífica de conflictos, logrará no solo una mayor legitimidad, que se verá reforzada por la adhesión de los ciudadanos al régimen, y, además, generará una fuerza estabilizadora y de diálogo internacional que permitirá atacar y eliminar las amenazas de raíz.
»Desde una perspectiva foucaultiana, la tesis de la paz democrática solo es aplicable en la medida que se despliegan dispositivos que permitan el aseguramiento de la entrada de productos que van aparejados a los procesos democratizadores. Con otras palabras, las libertades solo se garantizan en la medida en que se el sistema democrático les da cobijo y arraigo.
»Hay que tener en cuenta que los dispositivos son ante todo centrífugos, no son cerrados, sino abiertos, y que por ello aplican cuando el sistema se requiere abrir, expandir, esto es propiamente el principio de la paz democrática. Es por ello que la extensión de la democracia no es, en realidad, la búsqueda por extender unos derechos individuales fundamentales o lograr la emancipación de individuos oprimidos por regímenes opresores, sino, más bien, una necesidad inmanente del gobierno liberal occidental por darle cabida a esa fuerza centrífuga que permite garantizar la libertad y el consumo de la misma en los centros de poder.
»El impulso democratizador requiere una serie de dispositivos: instauración de unas élites afines a los intereses de los países desarrollados, fijación de unas condiciones para la entrada de capitales y la protección de los mismos, explotación y control de los recursos fundamentales para la economía de los países desarrollados, en fin, una serie de medidas que solo son posibles en un contexto en el que la democracia es un instrumento al servicio de los intereses del país que la promueve.
»La extensión de la democracia y el mercado internacional son pues instrumentos de un proceso de control y establecimiento de quienes quieren mantenerlo así. (Chomsky, 1989).
»La democracia, en este sentido, está al servicio de los países más poderosos, y por supuesto que el problema ya no se plantea en una esfera de legitimidad, sino en una capacidad de sostenimiento de esa expansión en aquellos ámbitos en donde se concentran los esfuerzos por rescatar del caos a los estados fracasados como Irak o Afganistán. (Collier, 2009).
»Es de notar que al respecto los esfuerzos de la administración Obama por lograr la reconstrucción de esos Estados fracasados, en especial Afganistán, se ha convertido en un asunto de primer orden. En especial si lo que está en juego es el prestigio y fundamento de la nueva doctrina intervencionista occidental en todo el mundo, entendida esta como un dispositivo de seguridad. (Rashid, 2009).
»Quienes culpan o identifican a los Estados fallidos como los únicos elementos generadores y promotores de las mayores amenazas a la seguridad internacional están transmitiendo una serie de valores con una intención sobre la dinámica del sistema internacional, pues al considerar que la conjunción de libre mercado y democracia resolverá, de una vez por todas, las fuentes de conflictividad en el siglo XXI, lo que están es propendiendo por la inclusión de aquellos que consideran anormales para integrarlos en un sistema de valores que permita su normalización.
»[...]
»Una imagen común en determinadas comunidades epistémicas, organizaciones internacionales y centros de decisión es que uno de los problemas centrales a la hora de calificar a los Estados fracasados como una de las mayores fuentes de amenazas a la seguridad internacional es que estos se toman como un producto de la anarquía internacional que han tenido que comenzar a atacar y atender los Estados desarrollados o las organizaciones interna¬cionales.
»Este análisis además de mostrar que ciertas políticas globales han llevado a que muchos Estados estén presionados o impelidos hacia una senda de inestabilidad y propensión al fracaso que es muy difícil de detener, también constata que, desde una perspectiva foucaultiana, el fracaso de los Estados es un fenómeno que viene aparejado al establecimiento de políticas globales con el fin de incluir en los intereses colectivos de los actores centra¬les de la política internacional aquellos que se muestran como amenazantes.
»Ahora bien, vale la pena señalar para finalizar las ventajas de este tipo de análisis foucaultiano para los fenómenos de la globa¬lización. Al caracterizar su visión en una corriente postpositivista o reflexiva, también se va más allá de los enfoques estructuralistas, que son los que hoy por hoy dominan la estela de interpretación en los ámbitos de las ciencias sociales. De hecho, intentos cons¬tructivistas de análisis sobre los Estados fallidos (Tokatlian, 2008) están enmarcados en las nociones estructuralistas y se distancian solo de ellos, nos referimos al realismo estructural (Waltz, 2000), en el énfasis que se les da a los procesos y a la capacidad de los agentes de incidir en la configuración de la estructura.
»Foucault no admitiría, por ejemplo, que la identidad de determinados agentes condicione y determine la posición, dinámica o distribución del poder en una estructura —de hecho en varias de sus clases rechaza y se muestra incómodo con esa palabra, dado que no identifica su pensamiento en esos términos que al final son enunciados disciplinarios—. En realidad, su pensamiento tiene toda la intención nietzscheana de desenmascarar no solo las cargas semánticas de determinados discursos, sino comprender por qué en determina-dos momentos unos se superponen a otros y qué fines persiguen.
»La aproximación realizada aquí desde la perspectiva foucaultiana sobre los Estados fallidos en la globalización permitió desentrañar toda la carga impositiva que tiene el llamado Consenso de Washington y que se ha aplicado principalmente a los países considerados débiles y que se encaminaban al fracaso.
»Pero no solo se ha mostrado que ese paquete de medidas los ha podido hacer más vulnerables, sino además que hay unas intenciones específicas, no desveladas claramente cuando se pretende normalizar en el lenguaje político a esos Estados díscolos con esos dispositivos.
»En todo caso, siempre que los mecanismos disciplinarios no apli-quen correctivos eficientes, también los dispositivos de seguridad operan en un momento dado cuando es necesario expandir el consumo del gobierno liberal en aquellos espacios donde no se dan las garantías para su puesta en marcha.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario