octubre 24, 2019

«Las prácticas minimizan aspectos de las culturas locales, y esta carencia de información facilita la confusión ante las pautas publicitarias y los discursos oficiales con promesas atractivas»



Giselle Virginia Chang‑Vargas
«Entre la retórica y la ruta: la relación patrimonio y turismo cultural en la carta de ICOMOS»

PASOS, vol. 17, n.º 2 (2019)

PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural (@ULL e @ISMAIPT) | Universidad de La Laguna / Instituto Universitario de Investigación Social y Turismo, e Instituto Universitário da Maia (ISMAI) | El Sauzal (Santa Cruz de Tenerife) | ESPAÑA

Se incluye a continuación un extracto seleccionado de las páginas 400 y 401-402 de la publicación en PDF, apartados «Control en la cantidad y calidad en el acceso a sitios patrimoniales» y «Conclusiones». Las referencias pueden consultarse en la ubicación original.

Enlace HTML.

Información complementaria: «Carta ICOMOS para Interpretación y Presentación de Sitios de Patrimonio Cultural». Preparada bajo los auspicios del Comité Científico Internacional del ICOMOS (International Council on Monuments and Sites) (@ICOMOS). Ratificada por la 16ª Asamblea General del ICOMOS, Québec (Canada), el 4 de octubre de 2008.



«Control en la cantidad y calidad en el acceso a sitios patrimoniales

»El punto 4.2 se refiere a la necesidad de limitar el acceso a ciertos bienes de reconocimiento mundial:

»“Cuando el Patrimonio de un sitio o región concretos pueda tener una dimensión universal, deberían respetarse las necesidades y los deseos de las diversas comunidades o pueblos indígenas para restringir o administrar la región y el acceso físico, espiritual o intelectual a determinadas prácticas culturales, conocimientos, creencias, actividades, objetos o lugares” (ICOMOS, 1999:5).

»Es el caso de sitios (pirámides y templos mayas e incas, egipcios, muralla china, etc.) expuestos tanto al deterioro de fenómenos naturales, como al paso de miles de visitantes. En el Perú, con el fin de evitar la erosión aplican controles, como el cierre temporal o limitar el acceso a Macchu Picchu y a Huayna Picchu.

»Esto afecta las entradas de las agencias operadoras de turismo, pero ante la magnitud del evento, se ha impuesto la normativa conservacionista, que en los sitios de patrimonio mundial, también es monitoreada por UNESCO. Un atractivo actual es “maquillar” los sitios patrimoniales o su entorno, donde “el espacio de la simulación es el de la confusión de lo real y del modelo. Ya no hay distancia crítica y especulativa de lo real a lo racional... lo real es hiperrealizado” con la “transfiguración en el mismo lugar, aquí y ahora, de lo real en modelo...” (Baudrillard, 2012:189).

»En el sitio arqueológico del Tajín, en Veracruz, México hay investigaciones antropológicas (Zúñiga, 2013, 2014), que muestran la preocupación por una tendencia al estilo Disney del sitio, ya que el turismo es considerado como motor del desarrollo de la región, pero, como apunta Zúñiga (2012: 2012:259) el gobierno estatal se ha encargado de elaborar discursos e imágenes idílicas de la cultura totonaca, que se ofrecen como objeto de consumo turístico y parafraseando a Baudrillard (2012: 117), el público visitante se resiste a la comunicación con sentido y lo que piden es espectáculo.

»[...]

»Conclusiones

»La dificultad de analizar la relación entre el patrimonio cultural y el turismo es muy compleja, pues implica conocer el rol de factores multisectoriales implícitos en ese nexo. No podemos afirmar que la existencia de espacios para acciones de reciprocidad es una señal de augurio en el nexo armonioso y sustentable entre ambos fenómenos socioculturales.

»Tampoco podemos dictar sentencia sobre la misión imposible de amarrar un lazo diáfano y congruente entre el discurso y las prácticas. Cuando se amplía la oferta turística con atractivos del patrimonio cultural, se abren nuevos nichos que incrementan la demanda de turistas interesados en temas de memoria histórica, tradiciones e identidad.

»Mientras que el desarrollo de ciertas modalidades de turismo, como el masivo y el etnoturismo, pueden traer efectos negativos sobre el patrimonio de un pueblo, como lo señalan múltiples estudios (cfr. Barretto, 2007; Quintero, 2004; Salazar: 2006, 2010, entre otros), ya que hay condicionamientos de distinta índole más allá de las buenas intenciones de un programa turístico.

»La relación “patrimonio y turismo” nos remite a diversos escenarios, según la coincidencia de intereses entre los diversos actores. No se trata de formular una relación dicotómica, “matrimonio o divorcio”, entre ambos, sino de distinguir una gama de matices, una suerte de continuum entre la convergencia o divergencia de intereses, así como en la jerarquización de prioridades y definición de los actores que controlan sus bienes o recursos culturales de interés turístico.

»El turismo es una oportunidad para abrir espacios físicos y sociales de intercambio cultural, orientados en descubrir y valorar el patrimonio de la otredad, gestión que debe basarse en un proceso educativo de sensibilización al grupo de actores y agentes del patrimonio y el turismo. Lamentablemente, las prácticas priorizan aspectos de marketing y minimizan aspectos sustantivos sobre el conocimiento de las culturas locales.

»El dinamismo es una característica de todo fenómeno sociocultural, por lo que hay que mantener una información actualizada y profesional del contexto en el que se realiza un proyecto. Si bien la cuestión de la sostenibilidad es un punto crucial y eje de múltiples proyectos, se considera que es algo utópico, pues sí hay algunos proyectos sostenibles en lo turístico, pero con debilidades o amenazas en el componente patrimonial. Tras la consulta de artículos y el relato de experiencias exitosas, estas últimas se dan en situaciones en pequeña escala y los resultados son moderados.

»Las posibilidades de éxito en proyectos turísticos culturales en un marco de desarrollo sostenible requieren de la participación activa de la comunidad, pues ellas deben ser las protagonistas en la transmisión y salvaguarda de su patrimonio, de acuerdo al sentido que otorgan a sus bienes patrimoniales.

»Las comunidades portadoras de patrimonio y receptoras de turismo no siempre están en condiciones de asumir un rol activo, pues hay factores inhibitorios, como la carencia de información de distintas fuentes, lo que facilita la confusión ante las pautas publicitarias y discursos oficiales con promesas atractivas; las discrepancias entre grupos internos, entre otras. Por ejemplo, en Centro América ha habido oposición popular a las represas hidroeléctricas, pero la actitud y comportamiento ante otros proyectos (canales y aeropuertos cerca de sitios patrimoniales) es contradictoria.

»Una necesidad de todo tipo de proyecto es definir su alcance y fijar los límites. Los sitios patrimoniales que gozan de declaratorias universales tienen mayor esperanza de recibir apoyo de diversas entidades para su conservación. Las iniciativas pequeñas, como las de turismo rural comunitario surgieron aproximadamente en el segundo lustro del siglo XXI, todavía no han desarrollado herramientas para consolidar el ámbito de lo propio y romper algunos elementos de codependencia con entidades auspiciadoras.

»Por supuesto en todo hay excepciones, como el caso del pueblo totonaca de Veracruz, México, cuyo Centro de las Artes Indígenas recibió de la UNESCO (2012) la mención de “Buena práctica de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial”. Al preguntar a uno de los líderes totonacas acerca de su secreto, respondió: “priorizar y nosotros decidimos consolidar nuestra identidad cultural y hasta después, permitimos la llegada de turistas, pero siempre con límites” (CAIT. 2013). No obstante, otros proyectos cosifican el patrimonio, al montar un espectáculo full color en el vecino sitio arqueológico Tajín.

»Es tiempo de dejar de insistir en la autenticidad y dedicar más atención a consolidar el sentido y valor de los bienes culturales para un pueblo. Paralelamente, es hora de abrir el paso a la participación real de las comunidades en la gestión de sus proyectos turístico culturales, clave para la sostenibilidad de estos. Se trata de implementar políticas públicas que fomenten el diálogo y alianzas tripartitas (Comunidades/Estado nación/Empresa Turística), que cogestionen proyectos de puesta en valor de los bienes patrimoniales, pero asociados a los contextos y procesos de producción, transmisión, apropiación y consumo. Es decir, la estrategia es educar a actores y agentes del turismo en la proyección del patrimonio en un marco de respeto a sus creadores y portadores.

»La Carta de ICOMOS es un marco de referencia para la reflexión y la esperanza de establecer lineamientos, que se plasmen en hechos concretos de compromiso y cooperación que permitan una relación de armonía entre el turismo y el patrimonio cultural. Ojalá surjan iniciativas que posibiliten su práctica».



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