abril 12, 2016

«Caracterización de la defensa como género discursivo a partir de la construcción del interlocutor. Un análisis de textos públicos de la ciudad de Mérida del siglo XIX»



Yoharlis Linárez
«Caracterización de la defensa como género discursivo a partir de la construcción del interlocutor. Un análisis de textos públicos de la ciudad de Mérida del siglo XIX»

Lengua y Habla. Revista del Centro de Investigación y Atención Lingüística (CIAL), vol. 19, enero-diciembre de 2015

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Extracto del apartado en páginas 241 y 242 del artículo en PDF




«Podemos decir que los textos analizados pertenecen al género discursivo ‘defensa’, definido por diversos factores que observaremos detenidamente. En primer lugar, estos discursos obedecen a una elección por parte del sujeto hablante que está determinada por la esfera social en la que se desarrolla el evento comunicativo, esto en concordancia con lo planteado por los autores consultados (Martínez, 2007; Bajtín, 1985; Charaudeau, 2004b). Dicha esfera podría definirse como el ámbito político-social de la segunda mitad del siglo XIX de la población merideña, que, por lo que se infiere, tenía como uno de los principales medios de difusión de información las hojas sueltas, y en ésta, la opinión pública parece ser determinante para la vida en sociedad. De igual forma, este género discursivo se puede caracterizar como un género secundario, en tanto que surge en las condiciones de la comunicación cultural más compleja (Bajtín, 1985: 5).

»Otra característica es que se trata de un género dialógico, puesto que el locutor manifiesta una respuesta a un evento comunicativo previo y, asimismo, su intención es provocar una reacción en el público que lo leerá, lo que explica el carácter bifásico del interlocutor, aspecto que observaremos bien más adelante. En todo caso, este género dialógico genera un espacio donde se construye la argumentación, la cual opera en varios modos: por una parte, opera como un modo de organización discursiva global que responde a las relaciones de fuerza social enunciativas, como lo expone Martínez (2007), y por otra como una forma de organización textual en un nivel estructural, que se manifiesta en secuencias textuales.

»En términos generales, la argumentación se da en función de la relación jerárquica entre los actores de la comunicación, y en vista de que en las defensas el locutor se relaciona con dos tipos de interlocutores, estas relaciones jerárquicas son también de dos tipos: primero tenemos la relación del locutor con el ofensor previo, que se establece de mayor a menor, es decir, el locutor se muestra éticamente en mayor jerarquía que el ofensor. Luego, tenemos la relación del locutor con respecto al público en general, que se muestra de menor a mayor, en vista de que el locutor le otorga un poder moral a la ciudadanía que tiene la capacidad de juzgar acerca del tema expuesto en los textos, por eso las defensas se hacen públicas, porque la opinión pública era de gran importancia para la época.

»Otro de los aspectos importantes en cuanto a la defensa como género tiene que ver con los componentes de la situación comunicativa (Martínez, 2007), que son: un locutor que muestra la intención de defenderse ante un hecho previo, un tema, que vendría siendo este mismo hecho, y un interlocutor, que se construye de acuerdo a un propósito. En esta parte, y siguiendo las observaciones de Charaudeau (2004a), diremos lo siguiente:

»Ya hemos mencionado en varias oportunidades que en las defensas el locutor se relaciona discursivamente con dos tipos de interlocutores, pero veamos, desde la perspectiva de los espacios de la intervención del sujeto, cómo se dan estas relaciones. En el espacio de locución, observamos que el lugar común es la imagen del locutor como un ciudadano con valores y principios morales bien definidos e incuestionables, razón por la cual éste se legitima en el acto discursivo, tal como sucede en los debates televisivos analizados por Charaudeau en su investigación.

»En cuanto al espacio de relación, como ya hemos dicho, se pudo constatar que el locutor construye en su discurso la imagen de dos interlocutores (el ofensor previo y el público), lo que le da al interlocutor discursivo un carácter bifásico. En cuanto al primer interlocutor, en la mayoría de los textos analizados (a excepción sólo de uno, que construye como primer interlocutor a un representante de la ley), se presenta como un individuo sin legitimación para juzgar o para influir en la imagen del locutor, por lo que la relación entre éstos se da a partir de argumentos ofensivos, en su mayoría. El segundo locutor es la sociedad merideña, el pueblo, el público, quien tiene la potestad de intervenir, valorar o juzgar la situación que se expone en el discurso, por lo que la relación entre éste y el locutor se da a partir de argumentos de autoridad.

»Por último, en el espacio de tematización, que analizamos a partir de la teoría de las secuencias textuales de Adam (1998), constatamos que ciertamente las defensas se organizan en secuencias textuales. Como bien lo expuso Bajtín (1985), el género organiza la estructura del texto, y este aspecto, junto con la práctica social que hemos señalado arriba determina el género en sí mismo. En este sentido, observamos que las secuencias presentes en las seis defensas analizadas fueron la narración la argumentación, la explicación, la exhortación y la conclusión. Entre éstas, las que más se presentaron fueron la narración y la argumentación. La presencia de éstas como secuencias esenciales en estos textos se podría explicar con base en el hecho de que los locutores de dichos discursos se ven en la obligación de exponer los acontecimientos que los llevaron a emitir ese comunicado y, a la vez, se ven obligados a argumentarlos para una validez del acto discursivo.

»De igual forma, es necesario mencionar que la estructura básica de los textos: inicio, desarrollo y cierre no determina el orden ni el tipo de las secuencias textuales, puesto que se observó variación en este aspecto, algunos textos iniciaban directamente con la narración y otros con alguna explicación. Asimismo, el cierre de cada texto varía según la secuencia, pero se presentó la tendencia a ser una exhortación. Por otra parte, la defensa propiamente dicha se puede expresar o bien en una secuencia narrativa o bien en una argumentativa.


»Referencias bibliográficas [en el anterior texto extractado]

»Adam, Jean-Michel. 1998. Genres, textes, discours: pour une réconception linguistique du concept de genre. Revue belge de philologie et d'histoire 75, 3 : 665-81. http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/rbph_0035-0818_1997_num_75_3_4188

»Bajtin, Mikhaïl. 1985. El problema de los géneros discursivos. Estética de la creación verbal, 248-293. México: Siglo XXI.

»Charaudeau, Patrick. 2004a. El discurso y las situaciones de interlocución. Oralia 7: 35-57.

»Charaudeau, Patrick. 2004b. La problemática de los géneros. De la situación a la construcción textual. Signos 37, 56: 23-39.

»Martínez, María. 2007. La orientación social de la argumentación en el discurso: una propuesta integrativa. Cátedra Unesco para el Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación en América Latina con base en la Lectura y la Escritura (UNESCO-MECEAL). http://www.uruguayeduca.edu.uy/Portal.Base/Web/verContenido.aspx?ID=206340»






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