junio 28, 2017

«El par mínimo de oraciones como vía de acceso a la morfosintaxis para el alumnado con pérdida de audición»



Candy Lorena Chamorro González, Asunción González del Yerro Valdés, Natividad Roldán García y Manuel de Cos Relaño
«El par mínimo de oraciones como vía de acceso a la morfosintaxis para el alumnado con pérdida de audición»

Revista de investigación en Logopedia/Journal of research in Speech and Language Therapy, vol. 7, n.º 1 (2017)

Revista de investigación en Logopedia/Journal of research in Speech and Language Therapy | Universidad Complutense de Madrid | ESPAÑA


Extracto de páginas 1 y 14-18 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Resumen

»El objetivo de este estudio es evaluar las repercusiones que tiene un programa de intervención que utiliza el par mínimo de oraciones (estrategia básica de la logogenia) para mejorar el desarrollo morfosintáctico de tres niños de nueve años con déficits auditivos. La logogenia es un método creado por Radelli para facilitar la adquisición del lenguaje escrito como primera lengua en ausencia de audición. Para evaluar la habilidad morfosintáctica se utilizó una adaptación de la “Escala de Activación de la Competencia Lingüística en el Sordo” (AESACTIV), la “Prueba de Evaluación de la Morfosintaxis” (P.E.M.) y la Longitud Media de Emisión (LME) de las respuestas dadas a preguntas abiertas. La prueba de Wilcoxon mostró un incremento estadísticamente significativo de las puntuaciones pre-post en la AESACTIV y en la P.E.M. Asimismo la LME aumentó una media de 1,35 palabras tras la aplicación del programa de intervención. Finalmente, se analizan las características que hacen del par mínimo de oraciones una técnica eficaz para mejorar la comprensión y la expresión de estructuras morfosintácticas, así como las variables que podrían condicionar los efectos del programa.

»Palabras clave: Hipoacusia; Morfosintaxis; Logogenia; Sintagma Nominal; Sordera.



»Discusión

»Este estudio evalúa la eficacia de un programa de intervención que utiliza la estrategia básica de la logogenia (el par mínimo de oraciones en forma de oraciones escritas ejecutables) para mejorar la comprensión y expresión de estructuras morfosintácticas en el lenguaje oral y escrito de tres alumnos con pérdidas de audición. El análisis de resultados muestra que los tres niños experimentaron una mejoría significativa tras la aplicación del programa en las puntuaciones obtenidas en la P.E.M y en la AESACTIV. Resulta interesante analizar con detalle qué características de la técnica utilizada parecen ser responsables de su eficacia.

»El par mínimo de oraciones presentadas con tarjetas-palabra proporciona, como la PC, información visual de esas pequeñas partículas del lenguaje que transmiten la información gramatical y que resultan difíciles de percibir para el alumnado con pérdidas de audición; la técnica —como hacen otros programas diseñados para mejorar la morfosintaxis (ej., Moraleda, Lázaro, y Garayzábal, 2013)— centra la atención del aprendiz sobre un solo contraste gramatical y le conduce a comprobar los efectos que la sustitución, omisión o incorporación de morfemas gramaticales tienen sobre el significado de las oraciones y, con ello, a tomar conciencia de la gramaticalidad (como muestran las puntuaciones obtenidas en la AESACTIV); del mismo modo, el uso del par mínimo de oraciones optimiza los recursos cognitivos de los aprendices pues con la ayuda de las tarjetas-palabra les invita a procesar estructuras morfosintácticas, mientras les exime de otras tareas como las implicadas en la expresión oral o escrita.

»Asimismo, al utilizar la técnica del par mínimo, el profesor aplica algunas de las estrategias que suelen utilizar los adultos en esos formatos de interacción que Bruner (1985) situó en la antesala del lenguaje: el ajuste del nivel de complejidad de la oración al que posee el aprendiz, la retroalimentación inmediata que le permite comprobar sus aciertos tanto en la comprensión, como en la producción de oraciones, la presentación de modelos, la incorporación de los intereses del alumno a las órdenes con las que se trabaja, y las oportunidades para practicar repetidas veces la misma estructura gramatical introduciendo pequeñas variaciones en la oración (al utilizar diferentes palabras en órdenes distintas que comparten la misma estructura gramatical).

»Se puede asimismo observar en la evolución de los formatos que crea la aplicación de la técnica cómo en un inicio es el adulto el que asume por entero la responsabilidad de impartir las órdenes y cómo poco a poco el alumno va aprendiendo a desempeñar este papel en cada estructura morfosintáctica hasta lograr intercambiar los papeles, proceso gradual de conquista de la simetría similar al que Bruner (1984) encontró en el curso de las interacciones tempranas.

»Las tarjetas-palabra dispuestas en oraciones sencillas han actuado como soporte que sostiene a modo de andamiaje (Wood, Bruner, y Ross, 1976) la adquisición de algunas estructuras morfosintácticas (por ejemplo, el sintagma preposicional), hasta que el alumnado se ha mostrado capaz de producirlas por sí mismo (con pocos errores) sin el apoyo visual (según han mostrado los resultados obtenidos en la P.E.M.). Las estructuras morfosintácticas de las órdenes se han ido diversificando y se ha ido incrementando su complejidad abriendo así nuevas zonas de desarrollo potencial (Vygotski, 1978) que los alumnos han ido alcanzando al ir consiguiendo comprender y expresar esas oraciones gramaticalmente diversas.

»De manera que, efectivamente, Radelli (1999) imprimió a la estrategia básica de la logogenia (el par mínimo de oraciones) una buena parte de las características que acompañan a las interacciones en las que habitualmente se adquiere el lenguaje. No obstante, las órdenes, son sólo una de las muchas formas en las que pueden presentarse las oposiciones gramaticales. Radelli (1999) propuso utilizarlas únicamente en la primera fase de la aplicación del programa de logogenia en sesiones de una hora.

»Sin embargo, parece sensato suponer que las sesiones en las que se aplique la técnica del par mínimo de oraciones con el fin de mejorar el uso de determinadas estructuras morfosintácticas deben prolongarse durante un tiempo que no sea superior al tiempo en el que los niños puedan mantenerse participando en la actividad atentos, contentos y motivados. Así se mostraron los alumnos que participaron en este estudio en las sesiones que se extendieron en torno a 17 minutos.

»Por otra parte, es interesante constatar que la presentación de oposiciones constituye asimismo una técnica que suele recomendarse utilizar con los niños con dificultades en el desarrollo fonológico para ayudarles a superar los procesos fonológicos impropios de su edad que mantienen (Barlow y Gierut, 2002); recibe el nombre de “técnica del contraste mínimo” y utiliza pares de palabras que difieren en un único fonema (ej., pato/palo). Con el par mínimo de oraciones, Radelli (1999) extiende al ámbito de la morfosintaxis esa técnica basada en la oposición.

»Aunque la utilización del par mínimo de oraciones pretendía mejorar la gramática del alumnado sin hacerle consciente de la estructura concreta sobre la que se estaba interviniendo, los niños mostraron ocasionalmente reflexionar sobre las estructuras morfosintácticas; así, Alicia, a partir de la sexta sesión clasificó las tarjetas-palabra en categorías gramaticales por propia iniciativa, y Borja manifestó utilizando la lengua de signos, tras terminar una de las sesiones, no entender la razón por la que se utilizaba la preposición “a” en algunos sintagmas (“Señala a la profesora”).

»El par mínimo de oraciones debe usarse evitando que el alumnado intente memorizar las estructuras morfosintácticas que se constituyen como objeto de intervención. Un análisis del proceso que condujo a Alicia a lograr mantener la concordancia de género entre artículos y nombres parece probar que la profesora logró evitar este peligro.

»Antes de la intervención, la alumna mostró haber tomado conciencia de la necesidad de incluir el determinante pues lo produjo en cuatro de los nueve sintagmas preposicionales de la P.E.M. que requieren utilizarlo, aunque sólo una vez de forma correcta, lo que indica que no había construido todavía una norma. Sin embargo, tras la intervención, sus respuestas comenzaron a regirse por una regla que le permitió responder con acierto a todos los ítems de la prueba de artículos excepto a uno (“unas guantes”), y utilizarlo adecuadamente en seis ítems de los nueve de la prueba de preposiciones que requieren su utilización. En los tres restantes tuvo errores de concordancia y utilización indebida (“al pis”, “al estudiar”), expresiones que nunca se le presentaron como modelo.

»Tras la intervención los enunciados de los tres niños incrementaron su LME. No obstante, se observaron estructuras morfosintácticas propias de la lengua de signos en sus respuestas a las preguntas abiertas (ej., sitúan el verbo al final de la oración); fenómeno de transferencia similar al observado por Beijsterveldt y van Hell (2010). Aunque los tres niños mejoraron significativamente las puntuaciones obtenidas en las pruebas, la mejoría que experimentó Alicia fue especialmente notable; debido, quizá, a haber recibido un mayor número de sesiones y al hecho de que la alumna utiliza el castellano en el contexto familiar; (aunque fue ella la que obtuvo una puntuación menor en todas las pruebas realizadas en la evaluación inicial, es posible que el programa le haya ayudado a reconocer los elementos gramaticales que ocasionalmente escucha en el contexto natural).

»Cecilia (tras recibir únicamente 8 sesiones) logra incrementar (casualmente) sus puntuaciones en la P.E.M casi tanto como Borja (que recibió 16 sesiones). La mayor rapidez con la que alcanza esta mejoría podría deberse a su nivel de audición, pues mientras ella es la que tiene un umbral auditivo menor, Borja es el único que no tiene acceso a la información auditiva. Ello invita a pensar que el nivel de audición, -que en algunos estudios (Sarant et al., 2009) se muestra como buen predictor del lenguaje oral- es una variable que afecta a los resultados del programa pues Cecilia experimenta en pocas sesiones esa mejoría a pesar de no utilizar el lenguaje oral en el contexto familiar como medio habitual de comunicación, y a pesar de que le detectaron la sordera, (como a Alicia), de forma muy tardía.

»La comprensión de la palabra escrita podría igualmente condicionar el ritmo de adquisición de las estructuras morfosintácticas. Aunque se debe resaltar que la lectura no puede basarse en la memorización de correspondencias entre cadenas de letras y significados. La literatura actual (ej., Alegría, 2009) muestra que las representaciones fonológicas son necesarias en la lectoescritura y que las personas con PAPP que aprenden a leer construyen esas representaciones fonológicas mediante otras vías sensoriales, gracias a la lectura labiofacial, las sensaciones procedentes del movimiento de los órganos bucofonadores al pronunciar los fonemas, el deletreo manual, etc. Es posible que la técnica del par mínimo contribuya a mejorar estas representaciones fonológicas, y que la destreza en el deletreo manual que tenían los alumnos antes de la intervención haya repercutido positivamente sobre los resultados obtenidos.

»No obstante, el escaso número de alumnos que participaron en este estudio nos impide comprobar realmente la influencia que tienen estas variables en los resultados obtenidos tras aplicar el programa de intervención. Este estudio tiene algunas limitaciones más, como la ausencia de un grupo control que nos impide asegurar con certeza que las mejorías observadas se deben realmente a la aplicación del programa, la imposibilidad de realizar un seguimiento que permitiera comprobar que las habilidades adquiridas se mantienen en el tiempo, y la falta de información sobre los primeros años de vida de los alumnos y otras variables educativas.

»En el ámbito de la sordera, no puede hablarse del mejor programa de intervención, ni de métodos basados en la evidencia dada la enorme variabilidad que caracteriza a la población con pérdidas de audición (Paul, 2009). Pero este estudio muestra que la técnica del contraste mínimo de oraciones en forma de órdenes escritas realizables aplicada en situaciones que reproduzcan las características que suele tener la interacción lingüística en las primeras fases del desarrollo podría constituir una opción que contribuya a mejorar su desarrollo morfosintáctico, siempre y cuando complemente y en ningún caso sustituya a otros programas de intervención que se apliquen en el contexto natural.»





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