junio 15, 2017

«La situación retórica de la destitución»



Edgardo Richards
«La situación retórica de la destitución»

Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, vol. 56, n.º 145 (2017)

Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica | Universidad de Costa Rica | Escuela de Filosofía | San José | COSTA RICA


Extracto de páginas 77, 79, 80, 81-83 y 87 de la publicación en PDF. Véanse las referencias en la publicación original del texto.




«Resumen

»En las sociedades que han adoptado un sistema republicano de gobierno, a veces el statu quo se hace intolerable para una facción política, y se desafía el ordenamiento jurídico para deponer al mandatario. Utilizando el concepto “situación retórica”, de Bitzer, afirmo que es posible identificar una situación retórica de la destitución (SRD). La SRD es un conjunto de conflictivas relaciones de poder, expresiones y razonamientos que surgen cuando se desarrollan planes para derrocar al gobernante. Uso los textos de la obra Julio César de William Shakespeare para ilustrar la SRD adecuadamente. En la SRD distingo ciertas condiciones de contexto, un dispositivo argumentativo y la estrategia discursiva en la que se enmarcan los argumentos de la oposición. En el dispositivo argumentativo se utiliza una argumentación para apoyar una conclusión predeterminada y no negociable. Destaco el valor de la evidencia como un rasgo distintivo de la retórica de la modernidad. El estudio de casos recientes y el debate en la esfera pública de las cuestiones que se abordan en este artículo, deberían ofrecer a la ciudadanía la posibilidad de una reflexión crítica sobre las luchas de poder que surgen en la política republicana.

»Palabras claves: Retórica. Argumentación. Retórica jurídica. Discurso político. Republicanismo.


»[...]


»En este artículo quiero esbozar algunas respuestas a la pregunta: ¿Cómo justifican sus acciones quienes proponen la destitución y cómo responden quienes se oponen? Afirmo que es posible identificar una situación retórica de la destitución (en adelante SRD) y en ella aislar y describir un modelo argumentativo. La SRD consiste en un conjunto de relaciones de poder, expresiones y razonamientos que se articulan y entran en conflicto cuando, en una sociedad en la que rigen formalmente la legalidad y el consenso, se desarrollan estrategias para derrocar al gobernante. La forma de la SRD es la de un proceso judicial, con una parte que acusa, otra que se defiende y el público como jurado.

»La obra Julio César, en la que Shakespeare recurre a las convenciones de la retórica judicial (Skinner, 2014), resulta ilustrativa por tratarse de una cristalización del conjunto de circunstancias políticas y enunciados retóricos que se inscriben en la pugna por el poder. Al mismo tiempo, la obra es importante porque en su desenlace adquiere una dimensión decisiva un nuevo valor: la evidencia, cuyo desarrollo, según Barthes (1974), toma a partir del siglo XVI tres direcciones: una evidencia personal en el protestantismo, una evidencia racional en el cartesianismo y una evidencia sensible en el empirismo. Esa aparición de la evidencia con renovada fortaleza en el orden del discurso moderno es, como veremos más adelante, de importancia para la descodificación de los conflictos de poder que se expresan en la SRD en la república de nuestros días.


»[...]


»El escenario de la SRD puede surgir en cualquier régimen político en el cual, por consenso, se hayan depositado las principales responsabilidades y decisiones en un grupo reducido de individuos o en un solo individuo. El duelo argumental que caracteriza a la SRD puede aparecer en las relaciones entre miembros de una comunidad, de un Estado o entre miembros de diferentes Estados, pero uno de los escenarios donde con más claridad surge la SRD es el de la esfera pública republicana, y a estos últimos se refiere este escrito.

»El tiempo que puede transcurrir entre el comienzo de la conspiración y el desenlace es variable: las tensiones pueden acumularse durante unas pocas semanas o durar años, dependiendo de la complejidad de las contradicciones y la diferencia de poder entre los principales actores. De la misma manera, podrán variar mucho, de un caso a otro, la intensidad y la profusión del debate, así como los medios que se utilicen. En nuestros días, en ciertos casos pueden bastar unas pocas líneas escritas para decidir el destino de los involucrados; otras veces, la abundancia de opiniones y el interés que despierten podrían causar un tráfico considerable en los medios electrónicos y un auge de la industria editorial. Pero con independencia de esas variaciones, en la SRD siempre se pueden distinguir unas condiciones de contexto, un dispositivo argumental y una estrategia que orienta las decisiones discursivas.


»[...]


»Dispositivo argumental

»Llamo dispositivo argumental al conjunto de argumentos y lugares comunes que se usan en una determinada SRD para instar a una acción. El dispositivo argumental incluye tanto el argumento opositor, que inicia el debate, como los contraargumentos y las refutaciones que surgen en el transcurso de la discusión.

»El argumento principal de la oposición en la SRD consiste, en principio, en justificar la necesidad de extirpar un mal antes de que se desarrolle y extienda su perjuicio al conjunto de una comunidad, una sociedad o a la humanidad entera. Mediante el argumento se justifica el derrocamiento, la eliminación física, las dos anteriores o alguna acción de gravedad equivalente, siempre de gran relevancia política. Puede tratarse de un conflicto entre viejos amigos o aliados, como en la obra de Shakespeare.

»En el caso de la SRD, la inferencia es un artificio: se inventa una línea argumental para sostener una conclusión preestablecida y no negociable en el debate. En la obra de Shakespeare, la expresión “Fashion it thus” traiciona la intención racional. Por eso, la propuesta de Bruto no parece responder a la razón sino a sus emociones o intereses. Esta es una característica importante del argumento, pero se requiere un examen detenido para distinguirlo de uno consistente. Es necesario preguntarse si esas son las premisas que conducen a esa conclusión. ¿Hasta qué punto las premisas se han construido sin intereses que nublen su racionalidad? Para que el argumento resultara consistente, ¿no habría hecho falta incluir en las premisas el interés de las facciones o la propia ambición personal de quien argumenta? Los razonamientos de la oposición toman a menudo la forma de argumentos contra la persona.

»Por ejemplo, en la época actual, cuando en una república se propone la destitución, se suele acusar al mandatario de favorecer a amistades. Pero esa práctica, común en los círculos del poder, no necesariamente implica un acto de corrupción. Aunque se pueda demostrar que algunas de las personas nombradas por el mandatario tienen con él relaciones de amistad desde hace tiempo, en muchos casos esos actos no son necesariamente de favoritismo, ya que pueden estar motivados en la necesidad de construir un entorno con personas de confianza, que hagan posible impulsar los programas de gobierno.

»De esa manera, se interpreta como censurable lo que podría ser una medida política para cumplir con sus obligaciones de gobernante. En el caso de Julio César, la concentración de poder se señala como un rasgo que indica intenciones de destruir la República. Pero no es evidente que toda concentración de poder tenga que perjudicar necesariamente los intereses de toda la sociedad. Esos recursos argumentativos ya habían sido comentados por Aristóteles en las Refutaciones de los Sofistas: En la retórica, las demostraciones que salen de un signo proceden también de los consiguientes. Si se quiere probar que cierto hombre es un adúltero, se indica la consecuencia, esto es, que siempre anda muy bien vestido, y que se le ve vagar en la noche. Ahora bien, estas circunstancias se notan en muchas personas, y sin embargo no les pertenece aquel atributo (Aristóteles, 1979).

»En el caso de la obra de Shakespeare, Casio dice haber rescatado en el Tíber a Julio César, quien había sido incapaz de nadar con suficiente fuerza en el torrente. Además, Casio dice haber presenciado que César, en España, había sufrido ataques de fiebre y había tenido que ser asistido para sobrevivir a la enfermedad. Según Casio, esos signos de debilidad contradicen su capacidad de liderazgo y son razones para la destitución, que Bruto no cuestiona. En los tiempos actuales, los procesos de destitución se fundamentan a veces en las relaciones que un mandatario ha desarrollado con los dirigentes o personalidades de otros países, o en las adhesiones que ha recibido de ellos.

»Se invocan valores como la justicia, la libertad y la legalidad. Son graves y a veces desmedidos los daños que el mandatario ambicioso ha causado durante su gestión y causará si continúa en el poder. A eso apunta la analogía con el huevo de la serpiente que encontramos en Julio César. Se dice que sus actuaciones violan los principios fundamentales de la convivencia social y ponen en peligro las instituciones.

»El argumento que usan los conspiradores puede resultar especialmente contradictorio si juzga hechos que aún no han sucedido. En esos casos, el derrocamiento o la eliminación física se imponen como pena por actos que aún no se han llevado a cabo; no es que el argumento esté orientado a prevenir malas acciones de alguien que tiene un pasado de malas acciones; el argumento justifica la eliminación de alguien debido a las acciones que llevará a cabo en el futuro, aunque su pasado no parezca criticable ni ante la ciudadanía ni ante la ley.

»El aspecto más destacado del argumento opositor es el carácter no concluyente de las evidencias, que están sujetas a interpretaciones o simplemente no se plantean. En la Retórica, Aristóteles diferencia entre dos tipos de argumentos, los “pertenecientes a la disciplina” y los “no pertenecientes a la disciplina” (Aristóteles, 2000). Lo cierto es que ambos grupos de argumentos son igualmente importantes, ya que su poder persuasivo dependerá principalmente de la audiencia. Cuando Aristóteles dice que el entimema es más admirado que el ejemplo, parece referirse a una audiencia que premia el ingenio y la inventiva del orador, cualidades que se manifiestan en una elocuencia brillante. Pero las características de la audiencia varían de un caso a otro, como lo dice el mismo Aristóteles y como lo demuestra el uso del testamento de Julio César que hace Antonio en la obra de Shakespeare. Habrá que buscar siempre el argumento que se adapte mejor a las circunstancias, y para ese fin el conocimiento de las necesidades y las particularidades sociales y culturales de la audiencia resulta decisivo.

»En Julio César, Bruto usa argumentos estrictamente retóricos para sostener que el líder era un enemigo del pueblo de Roma; y Antonio, para refutarlo, recurre a un documento. Es el testamento de Julio César, que Antonio lee ante la multitud, lo que define la confrontación: Julio César ha querido que cuando él muera sus bienes sean distribuidos entre el pueblo. Ante la ciudadanía, nada será mejor prueba del cariño de la víctima por sus compatriotas, a los que no solo ha querido beneficiar en vida, sino también después de la muerte. Así es que se convence el pueblo y se enardece contra los asesinos. Pero no todos los casos de SRD son iguales. La fuerza de los argumentos y las refutaciones dependerán de la audiencia, y ningún recurso es a priori superior a otro.


»[...]


»La SRD y la estrategia discursiva

»Utilizada en una SRD por la facción opositora, la argumentación retórica es una herramienta para cuestionar el poder de quien ha sido favorecido por el consenso, y se inscribe exclusivamente en una racionalidad instrumental. Esa construcción es siempre necesaria, ya que los actos conspirativos y el uso de la violencia se encuentran inevitablemente bajo la mirada de la colectividad. En una república, cuando las fuerzas son insuficientes para cuestionar el poder de quien lo ha concentrado en el marco de una cierta legalidad o de un cierto orden consensuado, es necesario articular recursos materiales: entre los más necesarios están los razonamientos, que pueden construirse, reconstruirse, mejorarse y profundizarse mediante la agudeza del estudio, la inspiración y la fantasía. La consistencia de esos razonamientos dependerá de las circunstancias, y podrá variar de una situación a otra, dependiendo del compromiso del colectivo social con los valores republicanos, de su grado de respeto a los líderes de la conjura, y debido también a la educación y las costumbres, entre muchos otros factores.

»A todos ellos el dispositivo se ajusta, haciendo más o menos énfasis en ciertos valores, depurando las sutilezas argumentales, exponiendo o escondiendo las demostraciones más convenientes, desplegando unas evidencias e inventando otras; en fin, refinando la argumentación con fórmulas y objetos adecuados a los conocimientos y deseos de la audiencia, pero siempre inscribiendo esas elaboraciones en una acción táctica, desprovista de una visión integradora o altruista. Esa producción retórica se inscribe en una maniobra de derrocamiento que está obligada a probar su eficacia en los espacios deliberativos de la esfera pública. Puede responder a intereses generales de clases, facciones, confesiones religiosas o grupos de índole diversa.


»[...]


»Conclusiones

»Mi interés por investigar estos temas es doble. En primer lugar, quisiera describir cómo se manifiesta, en las pugnas de poder que se expresan en la esfera pública, el régimen de verdad de una sociedad (Foucault, 1980). ¿Qué es lo verdadero en un momento determinado de la vida de una sociedad? Ese régimen de verdad está compuesto por los discursos que en una sociedad son aceptados como verdad, los mecanismos que permiten distinguir lo verdadero de lo falso, y el conjunto de procedimientos, instancias y jerarquías que legitiman los enunciados a los que se les reconoce validez. En segundo lugar, quisiera propiciar, mediante ese estudio, condiciones para facilitar a la ciudadanía la reflexión crítica sobre el acontecer social y político.

»Sostengo que es posible identificar lo que he llamado una SRD, y para ello me he apoyado en comentarios sobre el Julio César de Shakespeare. Creo poder afirmar que ciertas condiciones políticas propias de la vida republicana dan lugar a unos dispositivos argumentales, configurándose así una situación retórica cuyos rasgos pueden ser identificados en ámbitos diferentes (políticos, institucionales) y pueden repetirse en diferentes momentos, en circunstancias análogas. La SRD es una situación retórica que resulta adecuadamente ilustrada en la obra de Shakespeare, y en nuestro tiempo los análisis de casos concretos deberían ofrecer la posibilidad de brindar instrumentos para la toma de decisiones sobre asuntos de interés general. El recurso a las evidencias es un elemento crucial que puede contribuir a dilucidar la justicia de los hechos que se proponen o se han llevado a cabo.

»Muchas respuestas quedan pendientes. Las líneas de Casio que componen el exergo, y que me sugirieron este artículo, insinúan que ya Shakespeare atisbó la repetición del drama. Sin embargo, es necesario superar la analogía formal que se usa para llegar al concepto de situación retórica según lo plantea Bitzer y que se refleja en este escrito. La fundamentación podría implicar un estudio detallado de los regímenes que regulan el ejercicio del poder en sistemas políticos donde está institucionalizado el consenso, y las diversas formas de racionalidad en que se encuentran inscritos, de forma tal que se puedan establecer no solo los paralelos entre las diferentes oportunidades en que se manifiesta la SRD, sino también las desanalogías.

»La cantidad de información disponible para millones de personas en todo el mundo ha aumentado dramáticamente en los últimos años, pero esa abundancia no parece haber hecho mucho para protegernos de formas de razonamiento superficiales o confusas. Especialmente, para tomar decisiones adecuadas en el ámbito de la esfera pública parece necesaria una comprensión integral de los fenómenos políticos y sociales que el estudio de situaciones retóricas como la SRD puede facilitar.

»No puedo evitar esperanzarme pensando que, al compenetrarse la ciudadanía con temas como el de la SRD, los regímenes políticos y las relaciones internacionales adquieran mayor estabilidad y transparencia. Si así fuera, podríamos estar contribuyendo a un proyecto de la lógica que se ha planteado hacerla no sólo más empírica sino también más histórica (Toulmin, 2003). Si contribuimos a fortalecer el sentido crítico y a modificar la comprensión de los procesos de razonamiento en los contextos que hemos descrito, esos cambios también se podrían expresar en un aggiornamento de las relaciones de poder.»





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